BURQUINI: LA RESPUESTA RIFEÑA

por:

Bella dama de la Ciudad Condal

Salam aleikum

Estimadas hermanas, vais permitir que disienta de muchas cosas de las que por aquí habéis dicho.

Hay un dicho popular, bastante inteligente y lógico, como todos los dichos populares, que dice que “donde fueres haz lo que vieres, y si no, pues no fueres”. Algunos lo continúan de la siguiente forma: “… porque para hacer el tonto, mejor no ir”.

En primer lugar, el burquini está ideado en un país árabe para ser utilizado por una sociedad de mayoría musulmana, en una playa o piscina con directrices islámicas, y no para una sociedad occidental, en una playa o piscina occidental, con directrices occidentales. En el mundo occidental, no existe separación de sexos en tales sitios, por lo que, ya de entrada nos estamos columpiando con el papel asignado a tal prenda, ya que fueron creados para un uso en otras circunstancias.

Una chilaba beduina no está pensada para su uso en una discoteca.

Un top cortito y transparente no está pensado para ser llevado a una mezquita.

Un uniforme militar no está pensado para ser lucido en una manifestación pacifista.

Cada prenda, por lo que veis, tiene un porqué.

Que cada cual puede hacer el uso que mejor le parezca, pues sí, también, pero también se puede comer una fabada asturiana con las manos o beber por las orejas. Sobre gustos, los colores. Pero ojo, que estamos escribiendo sobre una prenda musulmana, y lo que se publica, lo ven muchos hermanos y hermanas.

La pregunta clave no es si “siendo musulmana puedo ir a la playa luciendo un burquini”, sino “siendo musulmana, para qué quiero ir a la playa”.

Entre las respuestas posibles a esta pregunta están las siguientes:

- “Quiero ir a la playa para nadar”. Muy bien, si queremos nadar también podemos hacerlo de ocho a once de la mañana, o de siete a diez u once de la noche, que son las horas que no hay apenas parroquia y podemos hacer todos los largos que queramos en todos los estilos que sepamos y sin que nos llevemos por delante a ningún abuelo, nene lactante o sandía. Mala hora es las tres de la tarde para practicar deporte en verano.

- “Quiero ir a la playa porque tengo calor y me quiero refrescar”. Error. Con el burquini no solo no te vas a refrescar, sino que puedes llegar en cinco minutos a los cuarenta grados centigrados. Acabas de darte cuenta que tu burquini es ideal como horno microondas.

- “Quiero ir a la playa para tomar el sol”. Error. Entonces te has comprado el burkini para nada, porque no solo no se te va a pegar nada de sol, sino que encima te vas a asar de calor, como ya dijimos antes. Para tomar el sol te recomiendo, querida hermana, la terraza o azotea de tu casa.

- “Quiero ir a la playa para pasar allí el día con mi familia”. Otro error. A la musulmana se nos reconoce no solo porque llevemos el hijab o seamos más o menos “seriecitas”, sino también porque nos caracterizamos por un saber ser y estar, y una playa, queridas hermanas, no es el mejor sitio para “estar” de una familia musulmana, por lo menos aquí en Occidente.

¿ y porqué?, diréis. Pues muy sencillo: estáis mezclandoos con gentes semidesnudas. Eso para los kafir es normal, pero para una musulmana o musulmán es mal síntoma, porque no es nuestro espacio natural. Como tampoco es nuestro espacio natural una discoteca ibicenca con go-gos desnudas y desnudos, gente drogada, empastillada y/o borracha, pero eso sí, nosotras con nuestros hijabs y nuestro zumito de naranja viendo pasar la vida….

No, hermanas, para ser musulmana se requiere conocimiento y prestancia. Conocimiento para discernir que es lo islámico y lo que no lo es, y prestancia para saberlo llevar.

Cada cual es libre de actuar y vivir su vida como más le apetezca, si lo hemos hecho bien o no es lo que nos llevaremos a la tumba y ya se verá el día del Juicio, pero recordad que a los musulmanes Dios nos pide y exige más. Nadie dijo que ser musulmán era fácil. A nadie le gusta pasarse un día entero sin comer y beber o sin tener sexo con la pareja, y eso durante casi un mes, pero lo hacemos por amor a Dios. A todos nos gusta el vino de Rioja, pero no lo bebemos por amor a Dios, y del choricito de Burgos, digo otro tanto. Pues bien, con lo de la playa, las discotecas, las corridas de toros y los bares de alterne, es más de lo mismo: no vamos por amor a Dios.

El hecho de ser musulmán no es jauja, el musulmán se debe perder muchas cosas, y por el hecho de ir tapados o no, no podemos entrar o estar donde nos dé la gana, porque nos estamos engañando a nosotros mismos.

El hecho de ser musulmán no es ir tapando agujeros como se pueda, sino en hacerlo bien, o por lo menos intentarlo, Y la utilización del burquini en una playa occidental es un remiendo del zapatero de Pinocho: malo y sin sentido.

El problema, vuelvo a decir, no es el burquini, sino donde vas con el burquini: ¿vosotras iríais con vuestros maridos a la playa, y os pondríais al lado de chicas en topless y tangas y hombres que se regocijan con este espectáculo, pero eso sí, con vuestro burquini bien encasquetado? Si la respuesta es no, es normal, sois musulmanas y actuáis como tales, si la respuesta es sí….

Aparte decir que yendo con el burquini a la playa o a la piscina estáis haciendo el efecto contrario de querer pasar desapercibida, ya que llamar más la atención es imposible…. Aunque también podemos ponernos el sombrero del teletaby amarillo y la cinta rojigualda de la Sara Montiel cantando eso de “soldadito español”.

Algunas diréis: ¿y no llamamos también la atención yendo con nuestro hijab por la calle? Y yo contestaría: “pues sí, cierto, según que ciudades españolas también se llama la atención yendo por la calle con el hijab, pero con la salvedad que la calle es paso obligado para ir al trabajo, al mercado o a la casa, pero la playa, sin embargo, no es sitio obligado, es voluntario y lúdico. Por la calle se pasa porque no nos queda otro remedio, a no ser que seamos un pajarito del campo y volemos, pero a la playa se va porque se quiere.

Creo recordar que fue Gonzalo de Berceo, el del Mester de Clerecía y tal, quien decía que “las cosas hay que hacerlas siempre bien, nunca mal, pero que si alguna vez había que hacerlas mal, que las hiciéramos mal del todo, porque peor iba a ser quedarnos a medias”. Lo mismo digo sobre el burquini: mejor ir semidesnudas que haciendo el ridículo, porque señoras mías, la gente será muy simpática, muy maja, y se reirán muy mucho con nuestras ocurrencias morunas, pero también pensarán que estamos haciendo el ridículo más supino.

Elevado al cuadrado.