El Islam es un sistema de vida integral en el que Dios ha legislado acerca de todos los asuntos concernientes al ser humano, tanto en el ámbito individual como social.
A pesar de que jamás fue restringido el acceso a las dos principales fuentes de la legislación islámica: el Sagrado Corán y las tradiciones proféticas, se han formado a través de los siglos Mitos Errados. Muchos de éstos han sido considerados como parte del Islam, pero nada tienen que ver con él. Por lo tanto, es menester ante todo aclarar específicamente qué NO ES EL ISLAM.
1. El Islam no es una religión en el sentido en que occidente entiende el concepto, a pesar de que las obligaciones rituales son parte primordial e inseparables del Islam. Estado y religión están dentro del mismo contexto, ya que el estado islámico es teocrático; así podemos ratificar que en el Islam no hay una separación entre la vida secular y la religiosa.
2. El Islam no puede significarse con la palabra mahometismo, y los seguidores del Islam no se llaman mahometanos. También son inexactos y peyorativos los términos islamismo o islamita. La palabra Islam proviene de la raíz árabe silm (paz), y según otros lingüistas del verbo áslama, que quiere decir: “abandonarse” en el sentido de abandonarse a Dios en paz y total sumisión.
3. Aquél que se esmera en observar las leyes del Islam para vivir en armonía con su familia, la sociedad y, por sobre todo, con su Señor, tanto en su vida pública como privada, se le conoce como musulmán. Los musulmanes no adoramos al profeta Muhammad -la paz sea con él-, a quien tampoco consideramos como el fundador del Islam, sino un continuador y reivindicador de la religión monoteísta de Abraham.
4. El pueblo musulmán no está vinculado únicamente con la raza árabe; por lo tanto, ser árabe no es indispensable para abrazar el Islam. Pueden encontrarse árabes musulmanes, cristianos o judíos, como así también musulmanes chinos, incas o alemanes. Se calcula que aproximadamente existen en la actualidad más de mil quinientos millones de musulmanes en todo el mundo (entre un quinto y un sexto de la humanidad), de los cuales sólo 260 millones son árabes.
5. El Sagrado Corán no es una creación literaria del Profeta, sino que es la revelación de la palabra de Dios. El Sagrado Corán es la fuente suprema de la legislación islámica.
6. En el Islam no existe una persona o institución alguna que represente a Dios sobre la faz de la Tierra. No hay un clérigo que pueda realizar cambios o enmiendas, o favorecer o no las condiciones de algún grupo social.
7. No hay clero, jerarquía eclesiástica o monacato en el Islam. También son contrarios al sistema de vida islámico todas las formas extremas de ascetismo, celibato o ayuno perpetuo, así como auto-infligirse heridas o torturas físicas. El musulmán es alentado a disfrutar de las cosas buenas y lícitas de la vida, entre ellas el sexo en el marco del matrimonio.
8. El concepto de persona sobrenatural o milagrosa no existe en el Islam, ni se atribuye divinidad a ningún ser humano. Si bien la historia del Islam ha tenido numerosos hombres eminentes por su piedad, no se les considera santos ni se les adora. Aquél que conceptúe a otra persona como un santo o se acerque a su tumba para pedirle o rogarle, estará asociando a Dios un copartícipe en su divinidad única y absoluta, y por lo tanto actuando definitivamente en contra de las enseñanzas del Islam. Queda claro que aquella persona que adore al profeta Muhammad no es considerado musulmán.
9. En el Islam no existe el concepto de laicismo, y la consagración a Dios es igual para todos los creyentes, sin que éstos deban perder sus derechos naturales (como en el caso del sacerdocio, para el que es obligatorio el celibato).
10. No existe el pecado original en el Islam, ni tampoco el concepto del pecado heredado. No hay confesión de los pecados a personas, pues la relación directa del musulmán con el Creador no necesita de intermediarios para alcanzar Su perdón.
11. El Islam no manda a sus creyentes a ofrecer la otra mejilla a los agresores, ni a perdonar a los tiranos. Los musulmanes sólo obedecen a Dios. El Sagrado Corán exhorta a los creyentes a comportarse amistosa y pacíficamente con todos los pueblos y a defenderse de los agresores. También ordena defender a los débiles que sean víctimas del abuso o de las injusticias.
12. No existe el concepto de partidos políticos en el Islam. Cada musulmán es celoso custodio de los valores de la nación musulmana. Cuando se cometen errores, la comunidad entera debe tratar de corregirlos.
13. El fanatismo no es parte del Islam. El profeta Muhammad declaró: “No os excedáis en vuestra religión, porque ciertamente lo que extravió a quienes os precedieron fue el fanatismo en la religión”. El Islam pregona equilibrio y moderación, lo cual no significa que el musulmán sea negligente en la práctica de su religión.
14. El Islam no es factible de modificación alguna y no permite la innovación en sus preceptos. Los musulmanes entendemos que el ser humano ha evolucionado y que lo seguirá haciendo, pero el Islam jamás será obsoleto, y seguirá comprendiendo cabalmente las necesidades y derechos del ser humano. Es imprescindible, entonces, para nosotros crecer en el marco de la religión y no descuidar jamás el Libro de Dios y el ejemplo de los profetas.
15. El Islam no impone su creencia a los pueblos por la fuerza. Esta libertad de elección -libre albedrío- es uno de los principios del Islam. Y si bien los musulmanes se aconsejan unos a otros no descuidar la práctica de la religión, es ilícito el uso de la fuerza o amenazas a la integridad física o moral de cualquier disidente.
16. Asesinar a personas inocentes es totalmente contrario a las enseñanzas del Sagrado Corán. En el Islam, toda guerra está severamente prohibida, y sólo se puede recurrir a las armas con fines defensivos. La historia registra una vertiginosa expansión del Islam en sus dos primeros siglos, y los antiguos historiadores occidentales, observando el proceder de los imperios conquistadores, sostuvieron que la misma se logró a punta de espada. Sin embargo, la historia moderna reconoce que esta expansión se debió a la conversión voluntaria y masiva de los habitantes de pueblos vecinos, que se vieron conmovidos por el ejemplo de humildad y benevolencia de los musulmanes.
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